martes, 4 de enero de 2011
Sueño
Grita, grita y nadie la escucha, de nuevo un sueño la ha perturbado, de nuevo en sombras aquel guerrero (El Hereje) ha aparecido, vio como poco a poco los tirones de carne cayeron del rostro que tanto había amado, y al caer la ultima fibra ante sus ojos apareció una calavera de palidez azulada, en su boca vio aquella lengua de plata siendo consumida por grotescos gusanos.
Quiso huir, quiso correr lejos de aquel monstruo al que había prometido amar siempre, pero unos dedos fuertes y casi podridos la agarraron del brazo y aun mas que la fuerza la petrifico un temor gélido, un horror que había destruido y mutado toda su felicidad pasada.
Intento desasirse de aquel agarre de miedo para internarse en la neblina que los rodeaba, pero ni un solo ligamento cedió a la presión, miro de nuevo aquella calavera, aquel recuerdo monstruoso de lo que ella había adorado; las cuencas estaban vacías y sin embargo en esa oscuridad interior sintió como un ente innombrable la observaba, sintió como era escrutada, como sus miedos se abrían como un libro ante aquella parte de él que ella siempre había odiado, que siempre había pretendido ignorar.
Inevitablemente se encogió por el miedo, observo como aquel vestigio del más maravilloso recuerdo sonreía macabramente al ver su terror, nunca había estado tan asustada; porque sabía que él, más que lastimar su cuerpo destruiría su alma, podía extinguir su voluntad y su orgullo, podía reducirla a la nada absoluta, y convertirla en una grotesca imitación de lo que ahora era… El color enfermizo del cráneo de su amante la asqueaba, y a la vez la fascinaba hasta el límite de la locura aquel mudo espanto que el emanaba.
De repente sintió como el agarre se iba haciendo más fuerte, y con pánico noto que los cadavéricos dedos se abrían pasó hasta su hueso a través de la piel que lo cubría, haciendo brotar la sangre… Sintió el dolor perforando su mente, y chillo, como un animal herido viendo que con eso solo había logrado que su verdugo esbozara una sonrisa tétrica.
Y paradójicamente, en esa sonrisa bárbara y sedienta de sangre ella reconoció al amor de su alma, y eliminando todo el dolor y el miedo se inclino hacia el y lo beso, sintió la superficie dura y seca de sus dientes y luego la musgosa lengua bífida en contacto con la suya, en un contacto antinatural y asqueroso, que a ella le pareció una mirada hacia el pasado feliz que había vivido junto a su amado.
Y al separarse de él; y al verlo directamente a sus cuencas vacías, despertó…
Sabiendo que lo que había sucedido era mucho más que un simple sueño.
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