miércoles, 20 de febrero de 2019

A la ciudad



Veo como la ciudad va encendiéndose,
como las teas de la modernidad arden
en el aire viciado,
en el ambiente contaminado y hostil.

Verla  a lo lejos, tan gigantesca,
tan mortalmente atrayente,
con un atractivo tan efimero y engañoso.

La ciudad me oprime,
me llama y me seduce
para introducirme en su viente.

El vientre árido y estéril de Bogotá,
el útero que nos ha parido a todos,
la madre que nos ha negado,
que nos ha permitido jugar en charcos de sangre.

La ciudad que a veces me permite saltar a su regazo,
que con sus caricias me enamora,
que con palabras tiernas me obliga a habitarla.

Bogotá es un monstruo voraz,
de maravillosa belleza y carácter irascible.
Es la madre de demasiados hijos,
todos ávidos de devorar su seno.

La ciudad ha dejado de proveer leche,
ahora provee gasolina y alcohol adulterado.
Ha dejado de oler como un hogar cálido
y ha empezado a expedir el hedor de la desesperación.

Me ha hecho su hija perfecta,
desagradecida y desleal,
me ha alimentado para después ser repudiada.
Y yo he convertido todo mi amor
en deseo de huir.

14/02/2019

martes, 19 de febrero de 2019

Enfermedad y cura



Estoy enferma de tantas formas diferentes.

Estoy enferma de ego herido, de orgullo machacado, estoy herida no por ser incapaz, sino por la cruel aceptación de mis propios errores.

Estoy enferma de ilusión, de delirios de unicidad, de frustración por ver mi propia irrelevancia.

Mi cuerpo está enfermo de artificialidad, mi naturaleza casi totalmente reprimida intenta volver a existir, volver a ser, volver a convertirme en lo que siempre he debido ser.

Mi alma está enferma de confusión, está enferma de terror por decidir y ha optado por dejarse llevar por la corriente, a la deriva.

Mi espíritu está enfermo de agotamiento, está cansado de debatirse entre dos naturalezas contrarias y ha decidido permitirles hacerse pedazos en el fragor de su lucha.

La vida dentro de mi está enferma, pues ni siquiera entiende la razón de su existencia ni de su continuidad.

Cada una de mis partes está enferma, perdida, cargando la enfermedad dentro del mundo.

Yo estoy enferma de prejuicio, de las huellas de los dedos largos y maliciosos de la sociedad.

Estoy enferma de los deseos corruptos que desconozco, de la ausencia de quereres reales, totalmente autónomos.

Mi cuerpo está enfermo de tantos amantes, está sucio con las caricias de todos aquellos a los que use o por los que fui usada.

He convertido mi cuerpo en una enfermedad ambulante, en una fabrica inagotable de ponzoña.

Mi cuerpo soy yo, y yo soy mi cuerpo, no más separaciones.

16/02/2019

domingo, 17 de febrero de 2019

Madurez

La madurez es la tranquilidad en momentos como estos, es la capacidad de soltarse, de dejar ir sin arrepentimientos ni reproches.

Es la valentía para vernos tal como somos, para desnudarnos y ver el reflejo sin miedos.

Es aceptar que fallamos, que podemos no ser suficientes, que somos débiles y necesitamos de otros, pero también es pararse firmemente ante los monstruos, es esgrimir los propios principios con coraje.

Madurar es sonreírle a la espalda de esos amantes que se alejan, es desearles bienestar y amor, es mirar sin envidias, abrazar sin segundas intenciones, desear el éxito de otros con el corazón.

La madurez es aceptarse con un sinfín de defectos y amarse así, es reprenderse sin hacer uso de una crueldad excesiva, felicitarse sin condescendencia.

Madurar es emprender  el camino sin extender abusivamente nuestra estadía, es marcharnos con palabras de agradecimiento y sin mirar atrás.

Implica cerrar las puertas firmemente, sin que existan aberturas pero tampoco bloqueos.

Quiero convencerme de que la madurez es la aceptación del pasado, de que es esta paz que siento al esquivar la bala una vez más.



¿Quién lo iba a pensar? Que la demostración de mi madurez fueras tú.



A ti... Espero que por última vez.



16/02/2019

lunes, 11 de febrero de 2019

A: La esperanza

Quiero fecundar mi vientre emplumado,
no con amores ni con canciones,
no con abrazos o amistades,
lo fecundaré de naturaleza y campo.

Quiero dejar todos mis cariños atrás,
todos los delirios que alguna vez fueron amores,
todas esas ilusiones que por siempre fueron
el engaño de la mente ególatra.

Pues nunca, a nadie,
he querido tanto como me quiero a mi misma.
Pues nunca, con nadie,
he disfrutado de la vida como lo hago en soledad.

Los enamoramientos, los demás,
son solo una excusa, 
una perversión de mi propia necesidad,
una búsqueda, una pequeña esperanza.

De sufrir, sufrir hasta no poder mas,
sufrir hasta escupir en una vorágine de letras,
toda la amargura, toda la frustración,
todas las huellas de la soledad.

Escupir los tenues fragores de las noches inolvidables,
las sucias caricias del sexo con amor,
el aguasangre de las heridas consentidas.
Escupirlo todo, que me purifique el dolor.

Que el sufrimiento me haga casta,
que sea incapaz del egoísmo, 
que me convierta en la utilitarista abnegada.

Que alguien, quien sea, quien quiera,
me obligue a pagar mis deudas,
pues no puedo con esta carga,
no puedo con tanta violencia en mi consciencia,
no puedo con tanto dolor ajeno, 
con tantos ojos empañados,
con tantas preguntas insatisfechas.

Que llegue el bendito karma y me destroce,
que me abandonen sangrando,
pues la sangre y el dolor lavaran mi espíritu,
Y al fin podré de nuevo, con miedo y reserva,
Amar.

miércoles, 6 de febrero de 2019

Divinidad


A veces olvido que soy mi mejor amante,
y me amo mas de lo que he amado
a cualquier hombre que ha pasado por mi cuerpo.

Puedo serme honesta sin miedos,
abrazarme sin miedo,
guiarme sin pena,
declararme todo mi amor sin vergüenza,
admirarme desnuda sin prejuicios.

Soy mi mas grande adoradora.

De la urgencia de un final...

Necesito que mueras, necesito que te extingas de mi pensamiento, de mi boca, de mi piel.

Necesito que fallezcas, que desaparezcas, que fenezcas, que todo tu recuerdo, que toda la confusión que trajiste contigo, desaparezcan.

Que vuelvas a ser lo que eras, sin ninguna particularidad especial, sin ninguna atracción especial, requiero que retornes a tu papel irrelevante, a ese papel que no me mantenía despierta en las noches.

Necesito no pensarte, necesito no analizarte, no repasar tus palabras e intentar distinguir en ellas, inútilmente, la verdad de la mentira.

Necesito que tu nombre no me atormente, necesito volver a darle libertad a mis manos sin temor de que te escriban.

¿Cómo puedo existir así?

Eres puro desasosiego, pura ansiedad, pura curiosidad y pura emoción, todo sin ningún razonamiento, todo sin ninguna lógica.

Nada me ofreces, nada me das, ni siquiera un resquicio, una cuerda, una abertura, nada, nada, nada me entregas, nada me pruebas.

Y lo poco, lo remoto que te arranco, me lo arrebatas.

No estas disponible para mi, tengo que dejar de mentirme, no puedes ofrecerme nada de eso a lo que estoy acostumbrada.

Eres la pregunta que revolotea en mi mente todo el tiempo, incluso te has escabullido en mis sueños, incluso te veo ahí.

¿Cómo? ¿Cómo es posible?

Yo soy la asesina, yo soy la victimaria, y aún así quiero arrodillarme a tus pies y ofrecerte mi cuello, para que tu ni siquiera te dignes a levantar la espada en mi contra, pues no merezco tanto de tu energía.

¿Qué está pasando?

Lo he tenido todo, todo el amor, toda la compañía, toda la disposición, a todo he accedido y te quiero a ti, que no tienes nada de eso para dar.

¿Entonces por qué? ¿Qué es lo que me ofreces?

¿Es mi propia irrelevancia lo que me excita? ¿Es tu frialdad, tu inconstancia, tu corazón comprometido?

Tal vez es la forma en la que me tratas, tal vez es el puro masoquismo lo que me lleva a orbitarte, a esperarte.

Esperarte me mata... Me mata que no me necesites tanto como yo a ti, que no me requieras con tanta vehemencia, que no me desees tanto.

Aun si es estúpido, aun si no tiene lógica, aun si perdía lo mejor, por el dolor... Yo te hubiera elegido a ti, si me hubieras dejado.

(Disfruto tu muerte)