jueves, 25 de junio de 2015

El hombre que amé. (Fantasma)


Recuerdo al hombre que tanto amé, lo recuerdo tan guapo y tan generoso...  Tan enamorado.


Ahora este hombre ya no existe,  ha sido reemplazado por ojos menos brillantes,  por pensamientos menos arriesgados,  por pasiones mucho mas frías.


Algo ha quebrado al hombre que ame,  algo ha roto su espíritu y su ambición,  algo ha minado su amor.


Aun veo el rostro de mi hombre en el presente, aun veo sus sensuales labios pronunciando los te amo.


Pero ya no lo veo a él,  sus brazos son los mismos pero su calor se siente diferente.


El hombre que amé ha sido reemplazado,  y yo aun así amo a quien esta frente a mi,  hecho pedazos y confundido,  igual le quiero, pues mi gran amor aun habita en su interior,  y, aunque menguado,  su fuego todavía alcanza mi alma.


Quiero reparar a mi hombre roto,  para que sea de nuevo el pájaro incontrolable,  quiero pegarlo beso a beso, poder recoger sus pedazos sin ningún afán.


Pero temo,  mas que nada,  que realmente no este roto, que mi imaginación se niegue a creer en el cambio y en la aparente madurez, temo que mi hombre amado se convierta en un mero espejismo, que solo quiera tomar mi mano y no mi corazón.


Deseo que se vea un día como lo veo yo,  tan glorioso,  tan fuerte y tan confiable,  tal vez así,  el tenga por fin al hombre que quiere de vuelta.

martes, 23 de junio de 2015

Soledad (Cautiverio)

La tierra tembló,  su corazón se encogió y ella camino lentamente hacia el camino que no quería transitar.

Pensaba en su camino solitario,  en la tierra árida y en el calor asfixiante.

Pensaba en si misma,  en el hombre que amaba,  el que había quedado encerrado en la torre de la cual se alejaba.

Podía escuchar su voz en el viento,  podía sentir sus caricias en el roce de su vestido y podía sentir su súplica en lo hondo de la conciencia.

Dejarlo ahí significaba la muerte,  y retornar significaba el fracaso.  Era fuerte y dura,  pero no había nadie alrededor y se permitió llorar.

Lloraba por su amado,  por el cautiverio y por la traición. Lloraba por tener que romper su propio corazón al marcharse del lugar que amaba.

El nuevo camino traería cosas diferentes,  y poco a poco,  su naturaleza fugaz e inestable haría que se olvidara de ese hombre encadenado, y del amor que ya estaba comenzando a dudar haber sentido alguna vez.