lunes, 10 de diciembre de 2018

Realismo


Es duro para una realista aceptar la ilusión que es su vida.

Aceptar las mentiras que corren bajo su existencia, como agua subterránea, la falsedad que permea todas sus acciones, la voluntad mental que posee para transformar la verdad a los ojos de otros.

Tanta voluntad que olvida cual es la verdad y cuál es la mentira, tanto esfuerzo para no conocerse, para verse al espejo y no reconocerse, para observar la mirada amorosa de ojos extraños, sentir los abrazos de desconocidos amigos de una mentira.



Toda la vida se convierte en una mera idea, toda su historia se convierte en una obra de ficción, todo parece ensayado, todo estuvo escrito desde el principio, todo ha sido calculado, incluso los giros más inesperados de la trama.

Tanta violencia que desea la enmascarada pacifica, tanta decadencia que quiere la profesional realizada, tanta sordidez que desea su corrupta corrección… Tanta autodestrucción que necesita el espíritu maduro y fuerte.

Tanta contradicción, tantas diferencias en la misma naturaleza, tanto engaño, tanto disimulo, tantas mascaras, tantas creaciones, tantos convencimientos.

Para terminar sola, en la oscuridad, sin tener idea de la propia identidad, del propio camino, de los propios deseos, sintiendo que la vida vivida no ha sido más que el culmen del perfecto engaño.

(Hay que aceptar,, sin embargo, que tal engaño ha salvado mi vida)

lunes, 27 de agosto de 2018

Amar en tiempos convulsos

Hoy me fumé uno, dos, tres cigarrillos, aspiré las bocanadas de humo como si fueran el elixir bendito del olvido, como si al llegar a mis pulmones fueran a borrar toda mi tristeza, todo mi hartazgo.

Las expulsé en volutas de humo, mirándolas fijamente, esperando el momento en el que se desvanecieran, en el que ya no pudiera verlas más. Nunca pude determinar de forma exacta tal instante, pues aparentemente las cosas desaparecen de improvisto, justo en el momento en el que parpadeas, para privarte de una última visión, de un último placer entre la fugacidad.

Que extraña es la naturaleza humana, que desecha algo que alguien le ha dado, y ruega por obtener lo mismo de otro, que no desea otorgarlo. Que extraños son los impulsos de la autodestrucción, que nos llevan a convencernos de que deseamos felicidad, cuando los caminos que tomamos son los más alejados a ella.

Hoy dormí con diez hombres, o tal vez con ninguno, pues el ansia me gana, el deseo de borrar sus manos, de borrar toda huella de su paso por mi cuerpo, anhelo sacrificar su recuerdo, convertir su memoria en el sueño de alivio dentro de una pesadilla que nunca ocurrió.

Hoy he muerto algunas veces, cada vez que lo busco, cada vez que me resigno en su silencio muero un poco… Cada movimiento ansioso de los ojos, de las manos buscando un mensaje, me aniquila lentamente.

Hoy he llorado por mis amantes también, porque ahora que sé lo que se siente el dolor del abandono y la terminación, lamento no haberles brindado más apoyo, lamento no haber sido más delicada, más comprensiva, lamento, con toda el alma, que las necesidades cambien, que los deseos cambien. Pues ahora, después de tanto, yo estoy en sus lugares.

Sin embargo, hoy he renacido muchas veces más, cada vez que río, cada vez que pienso que, con cada minuto, con cada instante de silencio, estamos cada vez más lejos, me acostumbro más a su ausencia. Sé que al final, esa ausencia ya no será un puñal continuamente clavado, sino que se convertirá en pura tranquilidad, y cada vez menos pensaré en ella.

Hasta que, al final, no se note, no se sienta, no se recuerde.

Todo se convertirá en el firme convencimiento de que esquivé la bala.

lunes, 23 de julio de 2018

Un cuento para mi muerte.

Asegúrense de que nadie llore por mí, asegúrense de que las lágrimas de los santos no sean malgastadas en la suerte de los pecadores. Asegúrense de avisar a todos mis amores, para que sepan que el fantasma de la felicidad pasada y de la crueldad injusta ya no habita en su mundo.

Pidan un funeral con ataúd cerrado, para que cada uno de ustedes me recuerde como fui en nuestro último instante juntos, pues quiero ser, por siempre, el rostro de la vida, el rostro que generé en sus recuerdos.

No permitan que me perfumen, que me vistan, ni me maquillen… No permitan que sea otra, diferente a la que siempre fui.

Consuelen a esos pocos, ingenuos, que se entristezcan por la pérdida de algo que desde siempre estuvo perdido. Pero, por favor, que nadie llore, pues esas lagrimas me ahogarían incluso en la muerte.

Celebren la existencia, la vida y sus lecciones, celebren mi desaparición, mi recuerdo, mis memorias y mis raíces, pues, aunque desde siempre fui una desarraigada, encontré mi hogar en la ilusión de la existencia trascendente.

No olviden que viví, con las palabras como armas, no olviden que mis luchas fueron mis verdaderos amores eternos, no olviden que siempre quise querer, siempre quise ayudar, que nunca quise destruir.

Olvídenme a mí, pero no se olviden de las lecciones, no olviden las caminatas en la noche, las conversaciones sin fin, las promesas que, en su momento, siempre fueron sinceras.

Finjan que me he ido de viaje, y que no retornaré, logren convencerse de que estoy conociendo todo lo que siempre quise conocer, de que estoy aprendiendo de mundos nuevos, como cualquier turista.

Al fin y al cabo, la muerte es solo el comienzo.

Bésame

Bésame,
hasta que la sangre se agolpe en los labios,
hasta que el aire se haga escaso,
y el espacio entre nuestros cuerpos sea inexistente.

Bésame, con fruición, con pasión, con deleite.
Saboréame, muérdeme, penétrame.
Contamíname de ansia, de ideal,
lléname de tal forma que en mi cuerpo no quede espacio para nada más, nunca más.

Llévame, a lo más alto del clímax.
Arrástrame en la humillación, en el dolor.
Y después redímeme, con tus caricias, con tus besos,
con la suavidad de las manos que endureciste en la tortura.

Rómpeme, destrózame, déjame sollozando,
no importa, nada importa.
Pues soy tuya de forma infinita,
te pertenezco de forma absoluta.
Sé que con suavidad recogerás mis pedazos y volverás a armarme,
para después destruirme de nuevo, tantas veces como quieras.

Tómame, solo tómame, como soy.
Una sumisa sedienta por tu placer.


(Escrito el 26 de junio de 2018, y sigue siendo tan cierto ahora como entonces)

martes, 19 de junio de 2018

Monstruosidad


Las garras se entrelazan, rasgan, se tensan y se relajan.


Los colmillos muerden, exploran, brillan en una sonrisa que eclipsa a la misma oscuridad.


Cientos de ojos examinan con atención, con malicia, juzgan, miden e intimidan.


La monstruosidad se enrosca en la pureza y en la calidez hasta convertirla en un mero guiñapo, en solo una ilusión de lo que era la claridad.


Y en la oscuridad en la que la monstruosidad se enrosca sobre sí misma, con todos sus hijos alimentándose de ella, existe la felicidad, la plenitud.


Los arrepentimientos se extinguen en el despertar del cuerpo y los deseos, y la vida en la superficie, en la normalidad, apenas parece un recuerdo lejano, un sueño que recordamos y no podemos aprehender cuando algún incauto deja que la luz nos deslumbre.

jueves, 14 de junio de 2018

Lapsus


A veces, las lecciones más valiosas toman solo un par de segundos, en ocasiones solo hace falta un rápido y fulminante temblor para recuperar la serenidad, o perderla completamente.
Lo importante de los momentos no es su duración, así como la importancia de las personas radica en las lecciones que nos ofrecen.
A lo largo del tiempo he descubierto muchas ventanas en mi túnel, ventanas que me han permitido ver diversos caminos, diversas existencias… Recuerdo a todos aquellos que pudieron ser grandes amores, que tuvieron que terminar como simples conocidos, como simples curiosos, asomándonos a nuestras mutuas ventanas, intentando atisbar existencias que nunca exploraríamos.
Esos amores momentáneos e intensos siempre han sido lapsus, han sido todos de instante y ninguno de sustancia, cuya necesidad probablemente es creada por mi cotidianidad y mi aburrimiento.
De vez en cuando se vuelve necesario, comunicarme por medio de señas con algún desconocido, abrirle mi alma para que se dé un festín de sangre, para que ambos conozcamos placeres que jamás tendremos, y después irnos, separarnos, tomando los caminos que nuestros destinos dictan, caminos que jamás llegan a cruzarse ni a enlazarse, que solo transcurren paralelos, por un instante fugaz.
Los lapsus de abandono de mi misma son divertidos y altamente satisfactorios, así como también son una necesidad de cada cierto tiempo, son el medio para decirlo todo, soltarlo todo y olvidarme toda.
Pero, al fin y al cabo, son lapsus, periodos en los que los impulsos superan todo intento de razonabilidad, en los que el placer y el deseo enmudecen a los quereres reales, periodos tan destructivos y tan desconcertantes que están hechos para la fugacidad, para la muerte rápida.
Y sin importar su intensidad, sin importar el placer que me brinden, al final ningún lapsus es significativo, ningún lapsus está llamado a convertirse en usual, porque son un resbalón, la forma que tiene mi mente de trastabillar, para parar un momento y recargar energías para seguir en el camino pensado, en el camino delimitado y preparado.
Como siempre, soy el mar, y aunque soy irracionalidad, impulso y pulsión, siempre llega el momento de abandonar el viaje, de huir del naufragio y regresar a las costas de la soledad, con el suave mecer de las olas y la hermosa seguridad de la playa.

lunes, 11 de junio de 2018

Entrega

Me invade el deseo de la entrega absoluta, de la ofrenda y la sumisión, sin impedimento ni pasado, deseo sentir lo que es abandonarme totalmente a alguien.

Quiero entregarme a usted, que más que hombre, es idea. Deseo ser suya de forma absoluta, pertenecerle y obedecerlo.

Tómeme.

Quiero acercarme al Thanos y al Eros al mismo tiempo, tomada de su mano. Quiero disfrutar del abandono que solo se consigue a través de la fragilidad, de la fugacidad, sin promesas, mi aquellas mentiras de permanencia.

Quiero pertenecer, sin siempres, entregarme, sin condición, embriagarme de instantes, poseida, extasiada y estremecida... Servir y obedecer, siempre antes del amanecer.

Pavimento mi camino al infierno, sin dudar, sin temblar, sin mirar atrás.

Porque siempre he sido más suya que de otro, porque siempre Lucifer ha visto a través de todas las máscaras y las fachadas construidas arduamente.

Porque el demonio sabe nadar, y por eso entiende mi deseo de ahogarme, el conoce de deseo y de naturaleza, por eso no se asusta con la sordidez que llevo dentro.

Dios nunca aprendió a nadar, ni a comer, ni a beber, el no sabe de lujuria ni de pecado, no sabe de vorágines ni decadencia... Diablo, en cambio, es nuestro maestro, y el camino hacia él, el camino que recorro, está franqueado por maravillas y tentaciones.

Tómeme, Lucifer, me ofrezco humildemente, totalmente, con nada más que mi propia entrega.

miércoles, 6 de junio de 2018

Convencimiento


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Si reprimes los gritos de tu naturaleza podrás seguir, repite los mantras “Soy una mujer buena”, “Soy una mujer fiel”, “Soy una mujer leal”, “Soy pacífica”, “Soy creyente”, “Soy feliz”.

Repite las mentiras hasta creértelas, repite los mantras, tantas veces como sea necesario, para hacerlo realidad, para cubrir la verdad y ocultarla de todos, incluso de ti.

Repite los mantras, corre y huye, ve a un puerto seguro que realmente no deseas, aléjate del caos y la vorágine, ignora tu instinto y tu sexualidad que te llevan a la satisfacción profunda, animal y violenta.

Conténtate con tus mantras, conténtate con la vida tranquila y estable, con el futuro fácil de proyectar. No desees nada más, porque cualquier deseo diferente a esos te conducirán a la perdición y dañarán a aquel al que amas.

(Escrito el 9 de mayo de 2018)

De la insatisfacción


Lo que realmente me asusta de la claridad es la ausencia de incertidumbre, todo se ve tan bien que no existen espacios oscuros en los cuales perderse, el futuro se ve a lo lejos claramente formado y no se ven bifurcaciones, no se ven trampas ni obstáculos.
No digo que la tranquilidad y la estabilidad sean malas, no creo que sea así, pues he pasado toda mi vida anhelándolas continuamente, sin embargo, al alcanzarlas su presencia parece insulsa, toda su profundidad desaparece con tanta luz y al final, he terminado teniendo aspiraciones de bucear en un charco.
Ahora me asusta no estar perdida y cuando soy fugitiva me asusta no encontrar la seguridad, nunca dije que nada en mi forma de existencia tuviera lógica, lo que tiene es insatisfacción compulsiva y profundos deseos fugaces, con quereres confusos… Es cierto lo que dicen, las mujeres peces somos un caos.
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(Escrito el 6 de abril de 2018)
Tal vez siempre seré el monstruo que vive en la oscuridad

Lluvia


Resultado de imagen para PAREJA TRISTE LLOVIENDOHoy estaba lloviendo, lo más esperado, teniendo en cuenta que en la proyección del clima para abril no hay un día sin agua cayendo del cielo, pero como no creo en las proyecciones ni en la adivinación, resulte sin sombrilla, evitando la lluvia debajo del zócalo de una de esas casas tan usuales cerca al centro.
Allí vi a un hombre llorando, con una mujer al lado gritándole que la entendiera, que ella no quería estar con nadie.
No pude evitar preguntarme qué tan follada estará por ese tal nadie en algunos días, me pregunté por qué su verga resultará mejor que la que el hombre que lloraba desconsoladamente a su lado.
Me vi reflejada, en esa chica que hablaba tan segura con mentira en sus ojos, muchas veces fui ella, muchas veces dejé la desolación detrás de mí para meterme en la cama de nadie.
Tal vez la mujer realmente necesita estar sola, tal vez no mentía, pero mis sospechas son un reflejo de mi propia decrepitud moral.



(Escrito el 5 de abril de 2018)

martes, 24 de abril de 2018

Funeral


La súcubo Alouqua ha muerto, ya no existe la personalidad errática, ninfomaníaca, perdida, ya no existe el ser destructivo, sadomasoquista y objetivizador.

Alouqua succube está muerta, y no implica ello que todos los defectos de esta persona que escribe han desaparecido, pues aún le sobran, pero simbolizaba todo el amor caótico, la sexualidad inconforme y siempre sedienta, la cobardía de los siempre, la fugacidad de las promesas, la huida, el odio a la confrontación y a la verdad.

Por fin, después de tanto, esta dama del lago no es esclava del amor egoísta, no es esclava de los celos, de la pérdida, ni del pasado. Aún quiero amor, aún lo deseo, aun pretendo no necesitarlo, pero ahora soy capaz de superar, de perdonar, de ver el olvido de mis amantes y no sentir más que alivio.

He pedido perdón tantas veces, he recaído muchas más y ahora, mirando hacia atrás y recordando los pasos de esa súcubo puedo sonreír, pues ya no soy ella, y me encuentro en el camino para no retornar a la comodidad y el desastre de su presencia. Ella amó, por supuesto, ella llegó a desear el hogar tranquilo, los hijos, Victoria, sin embargo, su naturaleza es traicionera, indecisa, y en ocasiones, los fines le generaban un placer indecible, con la sensación de la pérdida, de la humillación, de la crueldad, de un dolor tan profundo que la hacía estremecer de excitación.

Ahora soy yo, y ella, la parte de mí que escribió en este espacio durante años, está muerta, la lloro, la extraño y en las noches de tranquilidad excesiva ruego por su regreso, tal vez un día quiera volver a lanzarme al abismo y ella me reciba en el fondo, como mi querida y vieja amiga. Pero hoy no es el día, hoy escribo el epitafio de mi alter ego, no solo llorando su muerte, sino también celebrando las lecciones, las cicatrices y los beneficios de su ausencia.

Por último, he de decir que al Hombre Brujo le deseo toda la felicidad y toda la satisfacción, para el Hombre Dragón quiero toda la tranquilidad y todo el amor, y para el Hombre Tierra deseo toda la estabilidad y los logros, fueron amados, de diferentes formas y hasta la locura, nada puede hacerme más feliz que convertirme en un tenue fantasma de sus recuerdos, al final fuimos fugaces unos para otros y ahora, es momento de buscar la permanencia.

Y a mi Hombre, me doy entera, sin mi súcubo, sin caos, sin destrucción, sin huidas…

Espérenme de regreso, pues ninguna felicidad es eterna y siempre, en mí y en todos, existe la sed del caos.