jueves, 24 de junio de 2021

Salvación

No entenderían mis procesos los espiritus inferiores. 

El motor es el odio a mi misma. No le odio. Ya no queda ningún sentimiento en mi para usted, más que la compasión.

Ha borrado su existencia en mi mundo, no se puede odiar lo que no existe. 

Los recuerdos permanecerán siempre, las lecciones aprendidas no se perderán, y la vida en el 206 no será olvidada. Pero su nombre se lo llevará el tiempo, y ni yo, ni aquellos que caminan conmigo, lo recordaremos nunca más.

No habitará en mis recuerdos más que una sombra, la imagen difusa de un monstruo, el recuerdo casi olvidado de un sueño que se convirtió en pesadilla.

No seré puerto, no seré refugio, no seré confidente. No se puede estar ahí para un ser que no existe.

Y con su inexistencia ha llegado el fin del hechizo. 

El collar de Schrodinger ya no es tal, ahora es una simple alhaja, encerrada en un bolsillo, esperando a ser enviada a un lugar que ahora es desconocido.

No hay nada ya que rodee mi cuello.

Siento pena por todas aquellas que vendrán después de mí. Por esas que no podrán esquivar la bala.

Aún no sé si yo misma la he esquivado.

Pero lo siento. 

Incluso mi cuerpo me advertía, con su malestar, de la monstruosidad que me miraba a traves de los ojos del amante.

Ya no habrán más monstruos, mi piel no volverá a ser horadada por las garras afiladas y mi sangre no volverá a ser bebida por aquellos sedientos de la vida de la que carecen.

Mi cuerpo será limpiado y purificado, la piel blanca será inmaculada de nuevo.

Los ritos de paso han comenzado.

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