martes, 19 de julio de 2011

Olvido

Condenados… son muchos los condenados.

Aquellos que no hollamos la tierra con nuestros pasos, aquellos que no seremos recordados, extrañados o amados.

Nuestros huesos caerán en el suelo, sin sepultura, y desaparecerán con el tiempo cubiertos de arena. Nuestros nombres no serán recordados y la identidad que tanto apreciamos será olvidada por el mundo.

Solíamos tener voz, audible en todos los extremos del universo, voces que eran escuchadas, rostros que eran conocidos, nombres recordados y pronunciados.

Ahora nadie nos escucha, porque hemos enmudecido, nuestros labios han sido cerrados a la fuerza, y nuestros cerebros están embotados.


No sé donde hemos quedado, no sé donde ha quedado cada individuo en particular, no sé donde esta mi identidad, ni mi carácter. No siento mi garganta para gritar y no puedo rescatar mi fuerza para luchar.

Estoy perdida, completamente atrapada en alta mar a merced de la tormenta… Aletargada en el malestar y la relativa tranquilidad. Temo despertar y ver mi mundo destruido, notar que he perdido más de lo que podía perder, darme cuenta de que no podre recuperar la voz ni la fuerza.

No sé quién soy, no sé quien seré y apenas quedan vagos recuerdos de lo que fui. Hoy, no soy yo, pero aun así acarreo el peso de un pasado que viví y de una identidad que construí.

Soy yo y a la vez no lo soy… Mi nombre se ha perdido y ahora me llaman nadie.

No tengo, como muchos, más destino que el olvido...

miércoles, 6 de julio de 2011

Defensa...




Y entonces, ahora soy una malvada arpía, aun cuando recuerdo que hace tiempo era una amada princesa.

Es curioso como las personas que mas me han conocido son las primeras en alzar las armas contra mí, gracias a juicios apresurados y la imputación de crímenes que jamás he cometido.

Y no, no es que sea una pobre víctima inocente, es cierto que cargo con culpas y con cicatrices, es verdad que he cometido crímenes... Pero también es cierto que las peores condenas que he recibido han sido injustas, y más que nada, han sido dolorosas, pues mis jueces a pesar de conocerme tan profundamente, a pesar de haber conocido mi esencia y mi filosofía… Se han vendado los ojos ante mi inocencia.

La justicia cojea pero llega, creo que en mi caso y en muchos otros a la justicia la han asesinado, pues aquella esbelta y ciega doncella no se ha presentado en las ocasiones en las que se le ha requerido.

Mis jueces han escuchado y creído testimonios falsos, los han tomado como ciertos, aun cuando se jactaban de sus capacidades para destilar la verdad que tienen todas las mentiras.

Si bien es cierto que dañe y herí, es completamente falso decir que vendí o traicione.

Y aun así, se que existe la posibilidad de que siempre aparezca como culpable en un crimen que no perpetre, del que no tenía idea.

Solo aclaro que este no es un intento de demostrar mi inocencia, es un desesperado ruego para que me expugnen de esta condena.

Mis condenas y crímenes ya son una carga suficiente, no quiero arrastrar también culpa por aquello que no he cometido…

Y a mi mas reciente juez solo le digo que si fue capaz de creer que hice algo contra lo que toda mi naturaleza y mi ser se rebelaría… Pues entonces he de pensar que no me conoció tan bien como ambos asegurábamos.

lunes, 4 de julio de 2011

Enemistad...


Hoy pensé en ti, mi anhelado enemigo…

Mi mundo está agonizando, la devastación es demasiado irrefrenable, demasiado irreversible… Y ahora, como lo he sido durante los últimos tiempos, soy una turista, a veces lo olvido y finjo que me encuentro en mi hogar… Pero este no es mi hogar, ni mi familia… En ocasiones llega a mí la certeza de que esta no es mi esencia…

¿Quién soy? Tú lo sabes, yo también… Pero mi vida esta cambiada, y tus labios están sellados… ¿Acaso pueden tus oídos carcomidos por los gusanos escuchar mi grito?... ¿Acaso pueden tus ojos ciegos ver mi desesperación?…

Mi querido enemigo, llévame lejos… ¿Dónde estás? ¿En donde habitas?... Quiero estar allí, quiero estar protegida de todo lo malo… Quizás, paradójicamente, lo lograre habitando con la maldad… Temeré cada noche tus pasos cadenciosos, temeré tu mirada fría y tu espíritu sediento de sangre.

Protegeré mi cuello y mi espalda… No me saltes encima enemigo… No me mates, no me tortures… Yo te extraño, te extraño demasiado…

Querido, no me hagas daño…. Mi enemigo, ¿acaso has olvidado nuestra antigua amistad?...