martes, 19 de julio de 2011

Olvido

Condenados… son muchos los condenados.

Aquellos que no hollamos la tierra con nuestros pasos, aquellos que no seremos recordados, extrañados o amados.

Nuestros huesos caerán en el suelo, sin sepultura, y desaparecerán con el tiempo cubiertos de arena. Nuestros nombres no serán recordados y la identidad que tanto apreciamos será olvidada por el mundo.

Solíamos tener voz, audible en todos los extremos del universo, voces que eran escuchadas, rostros que eran conocidos, nombres recordados y pronunciados.

Ahora nadie nos escucha, porque hemos enmudecido, nuestros labios han sido cerrados a la fuerza, y nuestros cerebros están embotados.


No sé donde hemos quedado, no sé donde ha quedado cada individuo en particular, no sé donde esta mi identidad, ni mi carácter. No siento mi garganta para gritar y no puedo rescatar mi fuerza para luchar.

Estoy perdida, completamente atrapada en alta mar a merced de la tormenta… Aletargada en el malestar y la relativa tranquilidad. Temo despertar y ver mi mundo destruido, notar que he perdido más de lo que podía perder, darme cuenta de que no podre recuperar la voz ni la fuerza.

No sé quién soy, no sé quien seré y apenas quedan vagos recuerdos de lo que fui. Hoy, no soy yo, pero aun así acarreo el peso de un pasado que viví y de una identidad que construí.

Soy yo y a la vez no lo soy… Mi nombre se ha perdido y ahora me llaman nadie.

No tengo, como muchos, más destino que el olvido...

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