martes, 19 de febrero de 2019

Enfermedad y cura



Estoy enferma de tantas formas diferentes.

Estoy enferma de ego herido, de orgullo machacado, estoy herida no por ser incapaz, sino por la cruel aceptación de mis propios errores.

Estoy enferma de ilusión, de delirios de unicidad, de frustración por ver mi propia irrelevancia.

Mi cuerpo está enfermo de artificialidad, mi naturaleza casi totalmente reprimida intenta volver a existir, volver a ser, volver a convertirme en lo que siempre he debido ser.

Mi alma está enferma de confusión, está enferma de terror por decidir y ha optado por dejarse llevar por la corriente, a la deriva.

Mi espíritu está enfermo de agotamiento, está cansado de debatirse entre dos naturalezas contrarias y ha decidido permitirles hacerse pedazos en el fragor de su lucha.

La vida dentro de mi está enferma, pues ni siquiera entiende la razón de su existencia ni de su continuidad.

Cada una de mis partes está enferma, perdida, cargando la enfermedad dentro del mundo.

Yo estoy enferma de prejuicio, de las huellas de los dedos largos y maliciosos de la sociedad.

Estoy enferma de los deseos corruptos que desconozco, de la ausencia de quereres reales, totalmente autónomos.

Mi cuerpo está enfermo de tantos amantes, está sucio con las caricias de todos aquellos a los que use o por los que fui usada.

He convertido mi cuerpo en una enfermedad ambulante, en una fabrica inagotable de ponzoña.

Mi cuerpo soy yo, y yo soy mi cuerpo, no más separaciones.

16/02/2019

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