viernes, 28 de noviembre de 2014

Fugacidad

Quiérame, joven, pero no me quiera todo el tiempo, quiérame durante las noches que pasamos juntos, quiérame cuando hablamos, cuando piense en mi... Quiérame cuando nuestros cuerpos estén fundidos, cuando nos miremos a los ojos y lo discutamos todo.

Pero no me quiera para siempre, que los siempre se me agotaron, las esperanzas se me fueron y las fuerzas me abandonaron.

Déjeme respirarlo en mitad de la noche, déjeme aferrarme a su cuerpo como si su cercanía fuera el único medio para obtener descanso.

Refúgieme, que estoy cansada y necesito calor, consuéleme, que yo estaré para usted tantas veces como quiera... Penétreme, que me gusta sentir algo nuestro durante un instante, sabiendo que nunca seremos del otro, que siempre seremos singulares que fingen ser plurales en la fugacidad.

Susúrreme su amor en las noches, despiérteme en las mañanas con su frialdad, déjeme irme sin decir nada, sin pedir nada, con la satisfacción reflejada en el rostro.

Arriesguémonos, querámonos, durante el tenue instante del orgasmo y el placer.

Tómeme toda, y no me desperdicie, que mi amor es de instante y ya no tengo un siempre para ofrecer.

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