sábado, 12 de octubre de 2024

Agua Termal

Como no podía ser de otra forma, cuánto más a gusto me sentía con la frialdad que recorría mis venas, más pronto llegó aquello capaz de hacerme arder.

El nacimiento de la ilusión es un espectáculo sangriento, los bulbos de la esperanza brotan inclementes, abriéndose paso por la coraza de carne y hueso del cinismo. 

Los caballos de la esperanza corren desbocados por las llanuras de mi corazón, el espectáculo es maravilloso, refrescante y cálido, pero me inquieta pensar en los rifles de la realidad, ajustando la mira para acabar con ellos.

Duele deliciosamente que mi piel se erice y se estremezca al sentir sus manos, duele que mi corazón cante al contemplar sus ojos, y lo que leo en ellos. Duele sentir el clamor de mis entrañas por tenerle en mi interior, el despertar de la voracidad del animal perezoso y temeroso en el que se había transformado mi libido.

Temo, y espero, temo el golpe que será nuestro final, ese golpe inexorable es la única certeza. Será muerte, traición o decepción, lo sé, como siempre, y yo me quedaré a recoger los trozos rotos de las pocas esperanzas que sobrevivan.

Aún así, no puedo acallar el canto de mi corazón. No puedo contener el impulso de mi cuerpo al sentirle, de mi anhelo cuando no está, o de la humedad sedienta entre mis piernas. Aún a pesar de la certeza, no puedo evitar susurrarle palabras de amor y creerme las suyas. Aún a pesar de los vaticinios y la experiencia, le quiero, quiero el instante de momentáneo placer compartido, aunque deba asumir su inmenso precio después.

Tal vez no he aprendido nada. Me resisto a que la lección de esta vida sean la desesperanza y la desconfianza absolutas, a pesar de lo que se me ha enseñado me niego a creer que en este mundo los hombres no puedan amar.

Estoy agotada. Ojalá necesite solo una última lección.

domingo, 18 de agosto de 2024

Imagen interna

Solía imaginarme mi mente como una bodega eterna de archivadores apilados que se perdían de vista en el alto techo, muchos de ellos clausurados por el miedo que tenía de abrirlos, muchos otros estaban sumidos en la oscuridad de la negación y la vergüenza. Era una vista opresiva, que me hacía cerrar la puerta con temor a los monstruos que habitaban esos archivos.

Le temía a mi propia mente, y al límite de su resistencia, me aterrorizaba la pérdida de la cordura debido al dolor de la realidad. Pasaba mis días caminando por los afilados riscos de la razón metódica, temerosa de caer en los oscuros abismos que se abrían a mis pies.

Cuando el paso me falló, y nadie estuvo para sostenerme, caí a los abismos de la locura, solo para descubrir que estos no eran tales, eran valles y colinas de suave pasto, que acogieron mi caída con la calidez que habita en mis propias profundidades.

Fue la luz de mi nuevo entendimiento lo que iluminó el mundo. 

La tristeza monstruosa y amenazante no era tal, era la cariñosa e implacable mano de la madre, empujándome a crecer en sus caminos. La verdadera suavidad llegó cuando renuncié a la esperanza, cuando abracé lo inevitable, cuando acepté la satisfacción que existe en mi propia resiliencia y mi inflexible implacabilidad.

Ahora, en mi espacio interno no hay rastro del ominoso y amenazante archivo. En su lugar, me recibe una cálida cabaña con una limitada biblioteca, de lo poco que elegí necesitar y salvar después de la caída a los abismales paraísos del descubrimiento, todos los libros han sido leídos y son guardados con amor. Ninguno me asusta, ni siquiera aquellos que se despiden con tragedia.

Puedo tenderme en los cómodos lugares para descansar y disfrutar del cálido sonido del agua correr, de los ronroneos tranquilos a mi alrededor y del espacio bañado por el cálido sol de la aceptación. Puedo comer los deliciosos manjares de la naturaleza y la moderación, puedo conversar con mi cuerpo y modelarlo con los esfuerzos de la disciplina, puedo respirar el aire puro sin la ranciedad de la infelicidad autoimpuesta.

La pesadilla está afuera, cuando me asomo a las ventanas polarizadas de mi cabaña cerrada puedo ver a los monstruos danzando descontroladamente alrededor de las hogueras en las que se cocinan los corazones tiernos, y mi resolución de sellar la puerta que me conecta con el exterior se fortalece cada vez más, especialmente cuando escucho sus lascivas garras golpear.

Todo el tiempo la calidez estuvo aquí, la verdadera aceptación, la satisfacción, la tranquilidad y la felicidad al despertar cada día, todo estaba en el propio interior. Que demenciales parecen ahora los esfuerzos por buscarla en el exterior.


domingo, 7 de abril de 2024

Arrepentimiento

Las mujeres suaves, entregadas y femeninas solo pueden existir en un mundo seguro.

Quien me conozca, sabrá, que grito no arrepentirme de nada, que muestro orgullosamente las heridas que me han deshecho, y hecho. Y como siempre, la vida me obliga a tragarme esas palabras, con regusto a bilis.


Me arrepiento, como me arrepiento. He llorado lágrimas amargas junto a una tumba, lágrimas de arrepentimiento y de culpa, como dije que nunca iba a hacer.


Si, tomé la decisión equivocada y me arrepiento del tiempo perdido con quién importaba, no tengo a nadie más que a mi para culpar por ello, y lo dejo pasar.


Pero más que nada, el arrepentimiento ha llegado con la rotura de paradigmas, con el inventario deprimente de las estructuras de mi filosofía que han quedado en pie. 


Creí que podía dar a manos llenas todo lo que sentía que tenía de más, porque estaba convencida de que era infinito. Me sentí tan soberbia en mi creencia que encontré almas perdidas, que no tenían fé, y las bañé en mis certezas para que nunca más desconfiaran.


Si, por un tiempo les convencí. Era insoportable para mí escucharles hablar de su duda al amor, a la lealtad de las mujeres, y quise enseñarles como no era verdad, como yo podía cambiar su visión del mundo, como el amor era infinito y resiliente, y lo podía todo. Ja.


Ingenua.


Me despedace, me exhibí, me arrastré y me marchité, todo para demostrar un punto, todo para tener razón.


Y ahora, ahora me doy cuenta de que la razón la tenían esas almas, que vivían en un mundo sin amor y sin lealtad, que por ello y como aquellos hombres encadenados en la caverna, era lo único que conocían en el mundo. 


Fue aterrador aquel momento en el que me sentí dentro de esa caverna, en el que sentí como las cadenas de la traición y del dolor me restringirian para siempre. Fueron aterradores los instantes en los que pensé que no existe el amor de los hombres, ni su lealtad, ni su bondad.


Ningún universo fue peor como aquel en el que creí que todo mi amor, mi lealtad, mi confianza, mi fé y mi entrega se habían agotado, y no existirían nunca más. 


Afortunadamente entendí que mi hogar no es la caverna, sólo si me quedo en ella me veré obligada a sucumbir ante sus creencias, en la caverna de estos seres no existen las emociones elevadas, y fue soberbio de mi parte querer enseñarles del calor del sol en el rostro, o del rocío entre los dedos de los pies, pues es algo que no existe en su mundo.


Un pequeño niño terminó teniendo mucha más razón que yo, y me enseñó de la perversión en todo lo que creía cierto. 


Me arrepiento de haber agotado mis reservas de fé e incondicionalidad convenciendo a otros, a unos que no pueden ni deben ser convencidos, pues sus ojos solo están adaptados a la oscuridad.


Uno murió con la certeza del amor, en su lecho de muerte y viéndome a los ojos, entendió por fin que le amaba. Otro, creyó en él solo mediante el dolor en mis ojos y la sangre en mi pecho, lo convencí de la existencia del amor cuando elegí mi amor por él, antes que mi amor por mí.


Si ese es el amor, tampoco ya creo en él.


Al final, se trata más de capacidad que de intención. No todos tenemos la misma capacidad y talento para el amor.


En mi mundo, en el que el amor es el agua, yo soy solo un pez que fluye.


Pero existe otro que es como el aire, otro que también es infinito, una de aquellas fuerzas y conceptos que acuden en mi rescate en los momentos en los que los necesito. Un viejo amigo, amado y temido.


El odio también es infinito, y es balsámico.


Me despido de mi blandura. Incluso la suavidad de mis carnes está desapareciendo para ser reemplazada por los músculos de la independencia, que me permiten llevar mis propias cargas sin ayudas interesadas. La fortaleza y dureza del cuerpo me han traído recuerdos olvidados.


Tal vez la era de la cobardía ha terminado. Tal vez sea tiempo de abrazar la violencia.

miércoles, 3 de abril de 2024

Funeral II

Hoy es un buen día para un nuevo funeral, el de una identidad más del ser innominado e infinito que soy. Eris ha muerto. Eris, la perra sedienta doblegada por su propio deseo ha muerto, y su muerte ha sido un alivio, pues ahora me doy cuenta de que hace mucho recibió su estocada mortal, y sus gemidos agónicos eran el ruido de fondo de mi angustia. El silencio es un bálsamo.

La diosa, por supuesto, perdura y florece.

No puedo exigir de vuelta lo que libremente dio Eris, no puedo castigarla por sus celos injustificables, no puedo borrar de las memorias y de los ojos indignos la visión de su cuerpo y su entrega, no puedo hacer nada frente a la infinita falta de vergüenza de aquellos que usan esas visiones, como si aun la tuvieran. No importa ya, porque ese cuerpo mancillado no es mío más, y es un carroñero quién aún se alimente de él.

Compadeceré a aquellos olvidados que, bajo el manto de la oscuridad, nunca dejarán de desearla.

miércoles, 14 de febrero de 2024

Quisiera aceptar

Quisiera que en este mundo fuera admisible dejar correr los caballos de la esperanza sin ninguna traba, en las llanuras libres del corazón.

Quisiera sentir el canto del vientre fecundado, con la única canción que puede cantar, con la única canción que admitiría escuchar.

Quisiera que la evolución estuviera siempre presente, que nunca nos diera miedo releer la palabra escrita.

Quisiera no saltar a la desolación como primera respuesta ante un sentir desagradable.

Quisiera, que el camino de la oscuridad se abra ante mi, y me permita guiarme con una de Sus antorchas 

Quisiera sentir tus manos, por ser tuyas, y no por hacer parte de un deseo largamente pospuesto.

Quisiera recordar siempre, cada día y en cada momento, mi propia y reconfortante insignificancia.

Quisiera ser pájaro, volar hasta ti y construir un nido en tu ventana.

Quisiera ser aire, o agua, o asfalto, o enfermedad. Tocarte, con certeza.

Quisiera que el amor fuera un ejercicio de imaginación y de pasión, y no uno de resistencia y resignación.

Quisiera acudir a tu cama sin ser vista, darte un beso y regalarte el recuerdo de mi aroma flotando sobre ti.

Quisiera ser palabra muda, quisiera ser el canto de la brisa, o el susurro del arroyo. Quisiera ser las cinco de la mañana, y sentir en mi la música del mundo despertando.

Quisiera la soledad sin lejanía, y la amistad sin cercanía.

Quisiera habitar en la suavidad del gato durmiendo en la ventana.


Quisiera, quisiera, quisiera... Y nada trae tanta desgracia como querer lo que no es.

La realidad es, sin importar como quiero que sea. La realidad es, y la acepto.


Yo soy.

Nada pido, solo soy.

Nada quiero, solo estoy.


Como es arriba, es abajo.

Como me abro a la vida, me abro a la muerte.

jueves, 1 de febrero de 2024

Desesperanza

 
Y entonces la esperanza asoma de nuevo su ingenuo rostro.
¡Mátala! ¡Estrangúlala!
¡Sofócala! ¡Elimínala!
Este mundo no es de las esperanzas infantiles.
 
Las pasiones ardientes hacen parte de los libros,
y de los corazones adolescentes.
No anheles el cumplimiento de las historias de amor.
Anhela la seguridad, el capital, la cercanía.
 
Nadie recuerda ya los pasos de sus pies cuando eran otros,
nadie ofrenda ya en las encrucijadas.
Nadie anhela el roce de la piel nunca besada,
O el llanto de bebés que nunca existieron.
 
Únete de forma eficiente y racional.
Cásate con la mente, y jamás con el corazón.
No ames, no desees, no sueñes. No confíes.
Deja que el cinismo llene hasta la ultima fisura del ser esperanzado.
 
Inmoviliza tu espíritu salvaje, cúbrelo en concreto.
Exhíbelo en el jardín de la comodidad,
como monumento a las especies perdidas,
A los sentimientos irreconocibles.
 
La esperanza no habita el mundo adulto,
La firmeza no existe alrededor de las opciones infinitas,
Los deseos fijos del corazón no son del amor líquido,
Y confunden su filosofía ácida.
 
Nada duele más que la esperanza defraudada,
No hay confirmación más satisfactoria que la del cinismo.
No esperes, no saltes. No quedan ternuras en las que caer.
 
Fluye, solo fluye.
De una pesadilla febril a otra.
Adopta una forma diferente en cada sueño.
Consagra tu cuerpo a la imposibilidad.
 
Acéptalo, por fin.
 
Never.

martes, 21 de junio de 2022

Del camino inevitable hacia la muerte

Cuánto temor existía antes, cuánto terror puro al ver los ojos de la calavera, cuántas pesadillas llenas de lenguas podridas y besos sangrantes.

Ahora me pregunto si la vida no será un eterno aprendizaje de aceptación de la muerte, un camino de pérdidas y victorias, que hacen que la vida sea lo suficientemente feliz para no querer que acabe, y lo suficientemente triste para aceptar que lo haga.


martes, 10 de agosto de 2021



Lost beyond the stars,
my love has gone forever and ever.
All in this world I know,
my love will last forever and a day.

Que irónico es.
La prueba de vida de la esperanza,
es que aún pueda morir un poco más.

lunes, 26 de julio de 2021

Atalanta e Hipómenes


En las calurosas tardes y noches, después de los arrebatos de deseo que nos dejaban exhaustos, sudorosos y enredados, como animales, solía mi imaginación invocar la imagen de los leones en los que se convirtieron Atalanta e Hipómenes, y nos encontraba un gran parecido con ellos.

Solía sentir que esa era una imagen que nos definía muy bien, los imponentes cazadores que deciden descansar en la estepa, retozando pacíficamente, con absoluta confianza de su poder. El olor animal, la satisfacción instintiva y primaria, el sopor del cansancio, las manos flexibles pero violentas, que a veces se hacían garras. No era difícil imaginarnos como leones.

Pensaba (¡ingenua!), que no era un mal final, ni un destino cruel. Atalanta, la gran cazadora que traicionó sus votos a Artemisa por las manzanas doradas de Hipómenes, quien gracias a Afrodita conoció un amor que nunca debió corresponderle a ningún mortal. Ambos poseían la fuerza y la voluntad de los cazadores y los héroes del mito griego, y ambos poseían también sus defectos primordiales, su facilidad para ofender a dioses demasiado susceptibles.

Idealización, al fin y al cabo. Creyendo vernos como cazadores voraces en la selva de cemento, expertos en nadar por las líquidas aguas de esta época, que al fin habían encontrado el sosiego suficiente para retozar en un espacio sin tiempo.

Nunca se me pasó por la mente que nunca existieron tales leones, que realmente eran una serpiente, y una niña demasiado aferrada a su propia esperanza, quien conoció en carne propia el límite de las veces en las se le puede creer a una serpiente, con la errónea ilusión de que algo que sale de su boca no sea una mentira. En cierta medida, la muerte de la esperanza, aunque sea tardía, es un gran alivio. Me asusta ahora contemplar lo cerca que estuve de obedecerle de nuevo.

Y a pesar de la reincidencia y de la equivocación, ya no tengo ánimo de ser cruel con la crédula que queda en mí, me enternece su optimismo sin medidas, su romanticismo incurable, su esperanza en la bondad y los finales felices. Me enternece, pero me alivia ver el entendimiento y el dolor ineludible en sus ojos.

Solía pensar que el de Atalanta e Hipómenes era un final hermoso, la historia de los primeros leones, los cazadores que a pesar de sufrir un castigo, no habían perdido su esencia, los reyes que seguirán dominando el mundo gracias a su fuerza y su agilidad.

Ahora entiendo que los antiguos griegos creían que los leones no podían aparearse entre ellos, y puedo dimensionar la inmensa crueldad del castigo de Cibeles, que por un arrebato de lujuria ahora los condena a jalar de su carro por toda la eternidad, separados por el abismo insalvable de la corrección biológica, sin imaginarse nunca la estepa de descanso y satisfacción en la que los situaba mi mente.

domingo, 4 de julio de 2021

Desesperación


"But deep inside you made love to the world
cause your imagination was bigger than reality."


Es fácil olvidar en un mundo nuevo, los recuerdos no encuentran tantos lugares a los que asirse, y entonces no tienen más opción que desvanecerse.

Hoy soy débil.

Hoy extraño, acostada en esta cama que compartimos, que compartí con los hombres cuyo nombre sí es recordado, pero que nunca se había sentido tan amarga.

La cama, su olor olvidado en la mesita de noche, las plantitas que se han hecho robustas, el cajón vacío, cuya existencia es poética en sí misma.

Los recuerdos me aplastaron.

Mi racionalidad no duda, este es el mejor camino, es el mejor paso en mi viaje, soy afortunada por haber esquivado una bala que hubiera sido mortal.

No es duda, es anhelo.

Un anhelo tan profundo que se hace desesperante, una sed tan acuciante que supera a todas las demás, una necesidad visceral y urgente.

Es un deseo apremiante que no puede ser cumplido.

Es el capricho por lo imposible.

Nada ha cambiado, nada cambiará, nadie queda aquí… Pero cada día duele más.