El odio es un
motor poderoso. Y yo siempre he estado llena de contradicciones.
Puedo sentirme
tan estimulada por el amor como por el odio, por la sed como por la satisfacción.
No extraño a un
extraño. Un ser extraño, a quien sería imposible extrañar, es el que existe
ahora en la piel de alguien que amé, y que se ha ido.
Los recuerdos aún
quedan incólumes, inmaculados. Extraño a quien habita en ellos, me extraño a mí,
cuando también los recorría.
Y ahora tengo que
contaminarlos, tengo que ensuciarlos con asco, inyectarlos con rabia y engaño.
El único camino
es a través.
Y todo quedará
destrozado.
Pero he estado aplazando
mi salida, afuera llueve y aún no quiero mojarme.
Me invadirá la
sed, me invadirá la fiebre de la caza cuando mis entrañas palpiten, correré sin
mirar atrás y mi único deseo será purificarme con la lluvia.
Pero esta noche
no es esa noche, y está bien. Esta noche me regodeo en la tristeza de los
recuerdos felices, impolutos y falsos.
Acabará.
Decía Nietschche en el libro primero de La Gaya Ciencia (Die fröhliche Wissenschaft) que
ResponderEliminar“El odio, el placer de destruir, el deseo de rapiña y de dominación y todo lo que en general se considera malvado pertenece a la asombrosa economía de la especie, a una economía indudablemente costosa, derrochadora y, por línea general, prodigiosamente insensata; pero que puede probarse que ha conservado a nuestra especie hasta hoy”