miércoles, 3 de abril de 2024

Funeral II

Hoy es un buen día para un nuevo funeral, el de una identidad más del ser innominado e infinito que soy. Eris ha muerto. Eris, la perra sedienta doblegada por su propio deseo ha muerto, y su muerte ha sido un alivio, pues ahora me doy cuenta de que hace mucho recibió su estocada mortal, y sus gemidos agónicos eran el ruido de fondo de mi angustia. El silencio es un bálsamo.

La diosa, por supuesto, perdura y florece.

No puedo exigir de vuelta lo que libremente dio Eris, no puedo castigarla por sus celos injustificables, no puedo borrar de las memorias y de los ojos indignos la visión de su cuerpo y su entrega, no puedo hacer nada frente a la infinita falta de vergüenza de aquellos que usan esas visiones, como si aun la tuvieran. No importa ya, porque ese cuerpo mancillado no es mío más, y es un carroñero quién aún se alimente de él.

Compadeceré a aquellos olvidados que, bajo el manto de la oscuridad, nunca dejarán de desearla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario