Cuánto temor existía antes, cuánto terror puro al ver los ojos de la calavera, cuántas pesadillas llenas de lenguas podridas y besos sangrantes.
Ahora me pregunto si la vida no será un eterno aprendizaje de aceptación de la muerte, un camino de pérdidas y victorias, que hacen que la vida sea lo suficientemente feliz para no querer que acabe, y lo suficientemente triste para aceptar que lo haga.