De lo que hablo cuando hablo de amor, es de locura…
Ya no hablo de eternidad, no hablo de permanencia, de
incondicionalidad o de felicidad…
Saboreo mi propia locura en el amor que prodigo, saboreo mi obsesión
y mi miseria en cada beso, en cada caricia… En cada palabra.
Veo en el espejo un reflejo, derrotado e infeliz, pero
enamorado.
Porque… ¿Cómo no estar enamorada? ¿Cómo no amarte a ti, y a
todos?
¿Cómo no amar al mundo, a los animales y a los lagos?
¿Cómo no amarme a mí?... Si siendo tan caótica aun me hallo cómoda
en mi interior.
¿Cómo no amarlo todo? ¿Cómo a la vez no amar nada?
Imposible, imposible… No vivo de carne ni de fruta… Yo vivo
de amor.
Vivo del amor que doy, vivo del amor que sueño… Vivo de
aquella locura que me despierta cada día.
Odio y amo intensamente… Me obsesiono al extremo…
Y en esos extremos, en esos deseos insanos, en esos saltos
al abismo… Es donde encuentro mi verdadera paz, en mi amada locura.